6.7.12

Amo, es aquel hombre que sin necesitar las cadenas y los látigos, hace que te sientes suya, que con solo una mirada puede dominarte, al sentir su hombría, su fuerza, hace que seas feliz de ser hembra entre sus brazos.

No, no a cualquiera se le entrega la sumisión, necesito sentir primero el peligro entre sus brazos, pero un peligro dulce, tierno, tener un amo es como un hilo de gasolina en el piso, el decide en que momento prenderlo, y de que manera sera la explosión. No se trata tampoco de un machismo brutal, este placer es solo un juego, un simulacro de violencia que en muchos casos termina con mimos y abrazos, es cerrar los ojos y darse toda a un paraíso de tinieblas mentales, es ser fuego capturado en una antorcha que arde a la orden de aquel que sabe como entrar en las colmenas del alma.

No se trata de entrar en ellas rompiendo y lastimando para probar la miel, no, el buen amo sabe hacer que las abejas la entreguen felices, la regalen, sabe hacer que una mujer recatada sienta el deseo de una entrega sin freno, y que la mujer rebelde cierre los ojos y se vuelva seda entre sus manos, libre de los combates diarios con el mundo.

Entregarse es decir soy tuya porque quiero, porque mi corazón y mi piel en ti encuentran el reposo a mis trayectos, en ti encuentro al dueño capaz de entender que puedo darme toda sin que necesites cortarme las alas, ni obligarme, ni lacerar mi libertad con violencia. Los amarres, las cadenas solo son fetiches en nuestro mundo de placer bipolar.





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